No ha sido fácil para la historia de la América independentista
incluir en su nómina de próceres el nombre de Manuela Sáenz. Si su condición de
mujer ya lo hacía difícil, su estatus de amante del Libertador complicaba aún
más las cosas. La historiografía del siglo XIX, temiendo por la memoria del "más
grande hombre de América", se encargaría de omitir la presencia de esta mujer en
su círculo. Con todo y con ello, las anécdotas se dieron a conocer, y la misma
historia se vio en la necesidad de otorgarle a Manuela Sáenz la categoría de
heroína.
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